Hacía días que no montaba la Isla de las Gaviotas, otro día espectacular. Más frío que el de la semana pasada y con menos viento pero lindísimo.
Ya cruzando el canal, la peligrosa y famosa Cabeza del Negro apenas afloraba unos centímetros.
A la vuelta, empezó a levantar la racha y borneaba más de 90º. Entrando en el espejo del NYC, cuando venía orzando, en un instante se enfachó y viró. La escota me enganchó los lentes de sol y fueron a parar al agua cerca de la boya. Un digno final para los lentes que ya tenían sus años navegando.